domingo, 29 de marzo de 2009

Cuentos

A los hombres se les educa para que sean los más duros, los más fuertes, los que no muestren sus sentimientos.
A nosotras, no solo nos educan en la sensibilidad, lo cual me parece perfecto, sino que cuando somos pequeñas nos meten por vena el cuento del príncipe azul. Y claro, luego cuando nos hacemos grandes, el cuento se va al garete.
El príncipe azul se ha perdido en el bosque, en el cual se ha vuelto bandolero, o el traje deja de ser azul para ser de colorines o de cualquier color combinado con el caqui (lo cual le desfavorece bastante) sus modales los perdió también y ahora es más salvaje, más sucio, más guerrero. Va marcando territorio y sembrando semillas en toda aquella doncella que se cruza por el camino y se deja encandilar por su roído y sucio traje.
Y claro, aquellas que nos educamos en esa historia, nos hemos dado cuenta de que el príncipe no merece la pena. A lo mejor hay que ir paseando por el bosque, viendo todos los príncipes que hay en él, a ver cual es el que conserva mejor el traje, a ver cual es el mantiene sus modales, el que nos va a tratar mejor, y luego catarlo y luego dejarlo ir, sin repetir, ehh!!!, que si repites te pillas por ese príncipe y claro, ya la tenemos liada. Y como también nacemos con un gen que hace que nos motemos nuestras propias historias en la cabeza pues a veces nos confundimos. Y como ellos nacen con otro gen que les impide ser claros en sus comentarios y explicaciones de los sentimientos, porque no se lo han enseñado cuando eran pequeños... pues al final lo que ocurre es que te pillas por un príncipe que no te corresponde y que te rompe el corazón, aunque él no lo quiera.
Y entonces, hay que sacar el loctite para estos casos especiales y pegar el corazón roto, y pegar el pensamiento y sellar la boca para no volver a hablar de esa historia, que fue pero no terminó.
Y vuelves al camino y ya pasas de los príncipes, porque ya no los buscas de colores, y vas besando aquello que se mueve, las ardillas, los leones, las ranas, a ver si entre esas criaturas hay algún príncipe encantado que se despierte con tu beso de princesa descolorida...


En recuerdo al "mecánico del amor"

3 comentarios:

Epicurosanti dijo...

Los principes, aunque no seamos azules, tambien buscamos princesas rosas... pero nos ocurre lo mismo que a vosotras. Que la historia es solo un cuento, y que la realidad suele ser mas dificil y compleja.
Los hombres, por lo menos algunos, nos negamos a ser los mas duros, los mas fuertes... y reivindicamos el derecho a mostrar nuestros sentimientos.
Si, aceptamos princesas descoloridas porque esa es la realidad... pero no nos busqueis azules, que tampoco alcanzamos a tanto.. solo somos simples seres humanos, con nuestras miserias... y como no, nuestras grandezas.
En esa búsqueda seguimos... en la de los seres cortados... completándose en el otro.
Aunque el camino sea arduo y duro.
Aunque necesite de loctites, porque amar es arriesgar, porque vivir es arriesgar... a sentir.
Un beso

muxixu dijo...

Los principes no solo son azules,son de tantos colores como princesas hay ya que lo que a mi me parace azul puede que a otra le parazca verde.Lo malo es cuando a dos princesas le parecen azul el mismo principe pero este es otro tema.El caso es que mientras llega el principe azul pasatelo genial con todos los bandoleros que puedas y si es a la vez mejor porque como dice mi amiga del alma-si te lias con varios tios a la vez no te pillaras por ninguno.besos

LiLu dijo...

Ahí está el truco. Hay varias máximas en esto de la promiscuidad:
1.- No repitas demasiado con el mismo tio.
2.- No le cuentes tus problemas
3.- Si puedes, liate con más al mismo tiempo.
Pero de ésto creo que hablaré en otra entrada.
Besos para los dos de una princesa de color.